jueves, 26 de noviembre de 2009

Ámbar de las naranjas


Ámbar era pequeña y pecosa. Era lo primero que se te venía a la mente al pensar en ella. Tenía esas dos peculiaridades, su pequeño tamaño, casi de niña, y su rostro lleno de pequitas tostadas. Pero no era eso lo único peculiar en Ámbar, también lo era su pelo, del color de su nombre; ámbar, ámbar dorado. Y ahí no acababa todo.
Ámbar brillaba en la oscuridad. Mentira, Ámbar brillaba en todos lados. Podría decirse que era fluorescente. Pero era una fluorescencia que no podías apreciar a simple vista, sólo cuándo la conocías bien. Y Ámbar no era una chica fácil de conocer. Cuándo ella estaba triste enciendía su luz para iluminarse.
Sabía cuidar de sí misma, no había que dejar que su carita de niña te engañara.
Su corazón se encontraba un poquito magullado y espachurrado a veces. Entonces ella lo pegaba, pero no usaba pegamento, ella usaba mermelada. Pero no una mermelada cualquiera, no, era mermelada de naranja fluorescente, sacada de los naranjos fluorescentes que sólo Ámbar conocía. De los que sacaba también zumo, del color de sus pequitas. Me pregunto si no saldrían de ahí. Funcionaban con electricidad, cómo ella misma. Cuándo se notaba un poco apagada, Ámbar se enchufaba y se cargaba, cómo un movil. Entonces su pelo volvía a adquirir su brillo y su color, sus pequitas lucían de nuevo y volvía a hacer mermelada y zumo de naranja fluorescente y lo tomaba cuándo estaba triste.
Os preguntareis cómo Ámbar llegó a su final. El dia que la crisis la afectó y no pudo pagar la factura de la luz para enchufarse y recargarse. Desde el día que Ambar me abandonó, sólo puedo sentir tristeza. Hace tiempo que estoy buscando su campo de naranjos fluorescentes, para hacer zumo y mermelada, y ver si provoca el mismo efecto en mí.

6 comentarios:

Crisis. dijo...

=)
ámbar suena muy dulce.Me gusta.
Bienvenida ;)

un beso!

Claudia Hale. dijo...

Qué tierna es Ámbar :) y que pena que se fuera!
Me encanta :) Te sigo yo también!

PD: Sí, la foto es de Titanic*_*

Ene Fluorescente dijo...

Ámbar era muy afortunada de ser fluorescente, tal vez si funcionara a pilas todavía estaría ahí contigo y te enseñaria el secreto de la mermelada.

Yo también te sigo (:

La ladrona de besos dijo...

Ámbar es asi como lo perfecto :)

Andrés E. Medina dijo...

Tal vez lo que necesita la amiga de Ámbar no es el campo de naranjos para sí misma porque a veces el efecto no es el mismo, sin embargo si consigue una de esas tal vez pueda guardar unas cuantas para entregárselas a Ambar en cuanto la vuelva a ver y así vuelven a ser felices las dos =)

Bonito escrito, dulce como la mermelada y de infantil candor. Seguiré dándome vueltas por aquí de cuando en cuando. Un saludo!.

X dijo...

Chicas como Ámbar no suelen repetirse, habrá que esperar siglos para que alguien vuelva a brillas con esa anarajanda fluorescencia.

Bienvenida a la blogosfera. :-)